EL AMOR QUE NO MARCHITA
Del maravilloso rosal, que sube enroscado por
las paredes de piedra hasta las chimeneas, recogeré de la húmeda y resbaladiza
tierra, todos los pétalos que se le hayan caído con suma delicadeza, para curar
con ellos tú triste corazón, cuando lo vea sufrir por dentro lleno de lágrimas
y heridas; con el rocío de la mañana que se adhiere al tallo y a sus espinas,
elaboraré para ti en un alarde de fantasía, un perfume suave y delicado de
frescas alegrías, para terminar, con la fragancia que desprende cada rosa tan
sencilla, convirtiendo éste misterioso aroma, en una tormenta de caricias qué
darán color y pasión a tus mejillas; y, si está muestra de cariño te parece
poca cosa para demostrarte el amor que no marchita, te ofrezco otra flor, la
que tu decidas, para usarla cómo pluma sin tintero ni tinta, dibujando con ella
en nuestros cuerpos llenos de cicatrices por la vida, las iniciales de nuestros
nombres, entrelazados como firma...