AL BESAR TU ESPALDA
A través de la persiana, los primeros
reflejos del sol, convierten tu cuerpo dormido, en un vestido dorado por la
mañana; pequeñas gotas de sudor, juguetean por tus hombros desnudos
resbaladizas, desapareciendo entre mis labios, al besar entre susurros tu
espalda; un pequeño gesto lentamente de tus brazos, dibuja un cambio de
posición para ubicar fijamente los ojos, descubriendo otros iguales, brillando
entre penumbras con mi mirada; y nuestro silencio se convierte en diminutas
caricias, besos y palabras, estremeciéndose con el roce de la piel nuestros
cuerpos sin pensar en nada; los minutos desaparecen y las horas huyen
ruborizadas, cuando el deseo se desliza por la cama, como en un campo de
batalla; más, el único regalo divino que nos llegó del cielo al despuntar el
Alba, se convierte a nuestros ojos en el amor que nos rodea que, encadenado de
por vida, siempre nos invadirá con dulzura y cariño, como nuevos amantes cada
día; y si caemos tú y yo, prisioneros en la torre más alta del castillo, dónde
pueda dibujar cada noche un te quiero con mis dedos al dejarme sin fuerzas y
vencido, nuestra condena será un eterno castigo, porqué de carne y hueso serán
nuestros barrotes, y la cárcel, nuestro corazón enloquecido…
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