BELLEZA EN MOVIMIENTO
Sobre campos y lomas de extensas llanuras
amanece, dibujándose sobre la espesa hierba, el dorado brillo de los rayos del
Sol por la campiña reluciente, mientras a lo lejos, resuena un extraño retumbar
que poco a poco crece, compitiendo en velocidad con el viento y las nubes; tres
figuras diminutas van tomando forma a medida que se acercan con hermoso brío y
movimientos diferentes, desplegando toda su belleza en cada gesto poderoso de
su planta al galope, mientras sus miradas al pasar nos trasmiten una docilidad
e inteligencia sin límites; el primero, blanco como la espuma del mar que
atraviesa huracanes, es de raza española y andaluz de legendaria estirpe, que
despliega su ibérica fuerza en cada ondulación de sus espesas crines, con el
ritmo acompasado de su cola qué hace ruborizar de sensibilidad a los demás
animales salvajes; el segundo, de color bayo que hace relucir sobre su piel el
sudor de su esfuerzo a través del hocico y sus ollares, llega con la cola
erguida y la cabeza en apariencia noble, mientras sus ojos brillan tan
desafiantes, que no existe otra maravilla equina que se le parezca por ser esta
preciosa joya de raza árabe; y el tercero, negro como la escurridiza noche,
recorre seguro el camino con la mirada fija ante cualquier peligro que se le presente,
destacando su cuerpo largo y estilizado por ser un pura sangre de musculosas
extremidades, que le hace tan resistente al vigor del galope, por haber nacido
de yegua inglesa y semental árabe; de este modo tan mágico como si de un sueño
se tratase, se alejan estos tres caballos convertidos en ráfagas de aire,
levantando briznas de maleza y olvidadas flores, mientras el sonido de sus
cascos se propaga como un relámpago de esperanza desde Oriente a Occidente,
cómo emisarios de libertad y paz para todos aquellos que inocentemente
sufren...
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