ARRUGAS EN EL ESPEJO
Al levantarme cada mañana, como un ritual
sagrado, la primera parada del día se la lleva, el espejo que me contempla
mientras me lavo la cara, salpicando algunas gotas qué, sobre su superficie
resbalan; con un trozo de papel las quito con cuidado, y al verme, me doy
cuenta de las canas blancas que perezosas han empezado a salir sin previo
aviso, cómo en una pequeña montaña nevada; no recuerdo exactamente en qué
momento comenzaron a dejarse ver de una manera tan osada; tengo algunas arrugas
alrededor de los ojos, pero tampoco recuerdo cuando empezaron a aparecer tan
delineadas; me miro el cuerpo, y descubro cicatrices que el tiempo ha dejado
firmadas, mientras la dejadez por el cuidado físico hace estragos en mi silueta
al tocarme la panza; pienso que soy un hombre maduro, pero me doy cuenta que
los años pasan, mientras el calendario me ofrece cincuenta fechas bien
marcadas; cuando vuelvo a mirar al espejo y descubro una nueva arruga
maleducada, pienso que fue lo que la causó, e intento recordar, que apareció cuando
deje volar un sentimiento sin ofrecérselo a quién yo pensaba...
Esas cicatrices del pasado están ahí, y no
quiero deshacerme de ninguna de ellas para olvidarlas; en la actualidad, la
parte que se merece más atención es mi cabeza que anda tan descontrolada cómo
inspirada; intento todos los días alimentarla de sueños, de respeto y de
sinceridad con las personas cercanas; he caminado a través de mis años, tan
descalzo de arrogancia sin unas botas usadas, qué, la mitad de ellos fueron
bien vividos, y la otra mitad, bien sufridos como cada vecino de su casa;
conocí de todo un poco, lágrimas de sufrimiento y sonrisas a carcajadas;
sensaciones personales que me hicieron ser esta persona que soy hoy en día, con
mis defectos y virtudes sin darles importancia; vuelvo a mirarme al espejo,
mientras peino los cuatro pelos mojados con el agua, y encuentro de repente,
nuevas arrugas en el rostro y en el alma; pero se una cosa al mirarlas, porqué,
mis arrugas más bonitas, son aquellas marcas de expresión que yo adquirí por
reír aun cuando mi corazón lloraba...
Que belleza de letras querido José!
ResponderEliminarMuchas gracias mi querida amiga Dorita... siempre tan atenta a mis poemas...
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