viernes, 21 de septiembre de 2018


ARRUGAS EN EL ESPEJO


Al levantarme cada mañana, como un ritual sagrado, la primera parada del día se la lleva, el espejo que me contempla mientras me lavo la cara, salpicando algunas gotas qué, sobre su superficie resbalan; con un trozo de papel las quito con cuidado, y al verme, me doy cuenta de las canas blancas que perezosas han empezado a salir sin previo aviso, cómo en una pequeña montaña nevada; no recuerdo exactamente en qué momento comenzaron a dejarse ver de una manera tan osada; tengo algunas arrugas alrededor de los ojos, pero tampoco recuerdo cuando empezaron a aparecer tan delineadas; me miro el cuerpo, y descubro cicatrices que el tiempo ha dejado firmadas, mientras la dejadez por el cuidado físico hace estragos en mi silueta al tocarme la panza; pienso que soy un hombre maduro, pero me doy cuenta que los años pasan, mientras el calendario me ofrece cincuenta fechas bien marcadas; cuando vuelvo a mirar al espejo y descubro una nueva arruga maleducada, pienso que fue lo que la causó, e intento recordar, que apareció cuando deje volar un sentimiento sin ofrecérselo a quién yo pensaba...

Esas cicatrices del pasado están ahí, y no quiero deshacerme de ninguna de ellas para olvidarlas; en la actualidad, la parte que se merece más atención es mi cabeza que anda tan descontrolada cómo inspirada; intento todos los días alimentarla de sueños, de respeto y de sinceridad con las personas cercanas; he caminado a través de mis años, tan descalzo de arrogancia sin unas botas usadas, qué, la mitad de ellos fueron bien vividos, y la otra mitad, bien sufridos como cada vecino de su casa; conocí de todo un poco, lágrimas de sufrimiento y sonrisas a carcajadas; sensaciones personales que me hicieron ser esta persona que soy hoy en día, con mis defectos y virtudes sin darles importancia; vuelvo a mirarme al espejo, mientras peino los cuatro pelos mojados con el agua, y encuentro de repente, nuevas arrugas en el rostro y en el alma; pero se una cosa al mirarlas, porqué, mis arrugas más bonitas, son aquellas marcas de expresión que yo adquirí por reír aun cuando mi corazón lloraba...



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