domingo, 23 de septiembre de 2018

MIENTRAS HABLAN LAS MANOS

Somos solitarios vagabundos en cualquier lugar del mundo, perdidos entre los mensajes de cada perfil o muro, sin apenas vida para levantar de la pantalla la mirada que nos deja mudos; tan centrados estamos en nuestro espacio cerrado, que no nos damos cuenta de lo que ocurre a nuestro lado, dónde la educación, los buenos modales, la risa, el llanto, el dolor y la tristeza se pasean delante nuestro sin merecer un mejor trato; cómo los fantasmas que duermen su castigo eterno, nos convertimos en espíritus sin compasión ni miedo, tan aturdidos estamos con las redes de nuestro universo, qué, desaparecen tristemente muchas tertulias de familiares y amigos; aquellas, qué con una cerveza en la mano, arreglaban problemas y lágrimas con cuatro risas y varios abrazos; ahora, mueren olvidados los libros en el cementerio, mientras las hojas blancas de los antiguos cuadernos, vuelan como hojas de otoño buscando su rumbo, sin ver tachaduras o cartas de amor, con remitentes a sus espaldas de nombres perdidos en el futuro; de este modo, las conversaciones de pareja en comidas y cenas de carácter nocturno, se convierten en esclavas de la indiferencia y el aburrimiento, más pendientes del dichoso embrujo, que nos atrapa la mente mediante las teclas que juegan entre los dedos caprichosos, qué de tener una velada cariñosa mirándose a los ojos, mientras hablan las manos con caricias, y se deletrean las palabras, en el teclado de los besos silenciosos...


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