NI UNA MÁS, NI UNA MENOS
¿En qué delirante tragicomedia, aprendiste a
levantarle la mano a una mujer indefensa?; ¿Qué se siente, cuando tus dedos
como latigazos, humillan a quién llora de pena?; ¿Sabes el daño emocional y
físico que acarrean tus actos violentos, cuando llegas borracho y golpeas?; no
lo sabes, porqué tu cobardía de machista los ojos te ciega; pues yo te lo voy a
describir, con pelos y señales, para que contemples tu macabra obra de arte;
cuando golpeas brutalmente con los nudillos, la frente se descompone de tal manera,
que los moratones no pueden ocultar el dolor de pómulos, nariz y cara, que
desgarrados se astillan como la suave lana; se destroza el alma, y el corazón
ya no bombea sangre, sino desgarros contenidos que salen a borbotones de la
garganta; y cuando partes los huesos a patadas, de quien yace en el suelo echa
un ovillo flexionada, muere por dentro asustada, arrancándole lágrimas amargas;
no te puedo insultar, porque no existen para describir tu maldad suficientes
palabras; y no cometeré el error, de señalar a una madre, de quién no merece
tener un hijo tan despreciable, porque ella es otra inocente víctima, que por
dentro llora su desdicha, por no llevarte la contraria; aquí no hay poesía
romántica que valga, porque en el recuerdo de aquellas mujeres que murieron sin
merecerlo, pido yo perdón por algunos de nuestra raza tan violentos; y fíjate,
que ahora, mientras en la cárcel te pudres, ella, ha renacido de nuevo como una
llama errante, tan hermosa y radiante como una mujer solo sabe, porque ahora
solo existen en su vida, amistades, alegría y esperanza…
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