ENTRE LÁGRIMAS Y HERIDAS
Es de una belleza infinita; tan eterna, como
la misma oscuridad entre las constelaciones perdidas; es dueña de un vasto
imperio, donde la soledad perpetua, en dilatada fragancia de árboles lúgubres
se abrazan a la melancolía, para convertir sus jardines moribundos, en luces
estrelladas con su compañía; nació una noche de Luna llena, y su llanto fue el
preludio de un incierto sueño, donde los condenados de la oscuridad la
convirtieron en su reina, coronando su frente de rosas negras marchitas,
mientras su trono oscuro y neblinoso, en un cementerio de almas muertas
relucía; su nombre es un preludio de añoranzas y pasiones divinas; más, su
triste contorno deja tras de sí, caminos de ilusiones devastadas por el tiempo
que las consumía; y, aunque se menosprecia muchas veces su valor, sin admirar
su interior de curvas sinuosas entre lágrimas y heridas, al Amor nunca se
renuncia ni se olvida, aunque rodeado se encuentre con la despreciable envidia;
porque, el último suspiro que nos quede con su silenciosa sacudida, será, para
combatir al desamor que huye entre campos de batalla desterrado de por vida,
para renacer de nuevo tantas veces con diferente rostro, cuerpo, mente y pasión
como quiera, volviéndose a enamorar cada día, entre abrazos llenos de
románticas caricias…
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