CADA NOCHE
He de reconocer que me encanta la noche;
porque tiene magia, belleza, romanticismo y misterio; aun así, creo que la
mayoría no sabe, ni puede imaginarse, lo que ocurre a altas horas de la
madrugada en él cielo; cada vez que el mundo duerme entre sábanas de silencios,
hay una reunión a mano alzada, dónde la Luna se convierte en guardiana de
secretos; en la mansión de Casiopea, su hija Andrómeda, celebra cada noche una
fiesta de artificiales fuegos; Aries, Capricornio, Pegaso y el invencible
Centauro, pasean su gallarda silueta mientras van saludando; la Corona Boreal,
recibe con una cálida bienvenida al Cisne, el Delfín y el Pez Dorado, dibujando
ondas celestiales por este lago estrellado; Orión, el divino cazador, viene
charlando con Leo, Tauro y el arquero Sagitario, mientras sentados delante de
un tablero de juego, reclamando la tardanza de la hora a este grupo tan
extraño, Cáncer, Escorpio y Acuario, echan los dados sobre la mesa de un
gigantesco zodiaco dibujado; más, en ese preciso momento, aparecen en total
armonía Libra, Virgo, Piscis y los Gemelos, descomponiendo el lugar con
salpicaduras de luceros, cuando la Osa Mayor llega cerrando el cortejo,
arrastrando a su hija la Osa Menor entre bostezos, que lleva bajo el brazo un
oso de peluche y por pijama, un hermoso e infinito universo; esta es la noche
que no disfrutamos ni vemos; la que cuando llega el amanecer se diluye por el
firmamento, y nosotros pobres mortales, volvemos otra vez a despertar de
nuestros cansados y cotidianos sueños...
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