ADORNOS NAVIDEÑOS
El abeto de la montaña nevada, lleva por
vestido, bolitas con su brillo adornado de guirnaldas, mientras estrellitas
doradas, relucen cual pedacitos de magia en la madrugada, dónde las luces
parpadeantes con angelitos celestiales se abrazan, a caramelos y bastones de
dulce melodía, para niños y mayores con esperanza; sus gorros de vivos colores
unidos a calcetines gruesos sin mancha, se cuelgan de repisas en chimeneas
entre papá noeles y renos de plata, mientras un fuego hipnótico entre maderas y
troncos por la casa, dibuja llamas errantes que suben, saltan y bajan,
iluminando con sus cintas multicolores los regalos de las cajas bajo las
ramitas de muérdago, para los tímidos enamorados que del techo están
colgadas...
Y en la pared, deshojando un calendario de
adviento, un cielo estrellado sobre la mesa de un Belén de musgo elaborado, con
sus tres Reyes Magos y los pajes reales caminando; suenan villancicos de ida y
vuelta entre botellas de anís y panderetas, cantado al niño Jesús, José y la
Virgen María, que reposan su cariño en el portal iluminado, qué resplandece
sobre las aguas del río plateado, perdiéndose a lo lejos entre molinos de
viento, pastores, ovejas y ganado; más, al caer la noche, se iluminan los
sueños para derramar perlas luminosas de las manos en forma de monedas de
chocolate en los zapatos, de aquellos niños, que despiertan su inocencia
contenida al levantarse por los nervios tropezando, descubriendo un nuevo
amanecer, cargadito de ilusiones con sus ojos asombrados...
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