jueves, 6 de diciembre de 2018


ADORNOS NAVIDEÑOS

El abeto de la montaña nevada, lleva por vestido, bolitas con su brillo adornado de guirnaldas, mientras estrellitas doradas, relucen cual pedacitos de magia en la madrugada, dónde las luces parpadeantes con angelitos celestiales se abrazan, a caramelos y bastones de dulce melodía, para niños y mayores con esperanza; sus gorros de vivos colores unidos a calcetines gruesos sin mancha, se cuelgan de repisas en chimeneas entre papá noeles y renos de plata, mientras un fuego hipnótico entre maderas y troncos por la casa, dibuja llamas errantes que suben, saltan y bajan, iluminando con sus cintas multicolores los regalos de las cajas bajo las ramitas de muérdago, para los tímidos enamorados que del techo están colgadas...

Y en la pared, deshojando un calendario de adviento, un cielo estrellado sobre la mesa de un Belén de musgo elaborado, con sus tres Reyes Magos y los pajes reales caminando; suenan villancicos de ida y vuelta entre botellas de anís y panderetas, cantado al niño Jesús, José y la Virgen María, que reposan su cariño en el portal iluminado, qué resplandece sobre las aguas del río plateado, perdiéndose a lo lejos entre molinos de viento, pastores, ovejas y ganado; más, al caer la noche, se iluminan los sueños para derramar perlas luminosas de las manos en forma de monedas de chocolate en los zapatos, de aquellos niños, que despiertan su inocencia contenida al levantarse por los nervios tropezando, descubriendo un nuevo amanecer, cargadito de ilusiones con sus ojos asombrados...



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