domingo, 4 de noviembre de 2018


UNA LÁGRIMA

Con las manos en la cara, ocultando su angustia y su tristeza amarga, una lágrima por la mejilla resbalaba, para caer al suelo solitaria, como una frágil y etérea mariposa con alas; porqué, en su caída libre, ese suelo llevaba agua por las aceras, como un pequeño riachuelo que la hacía flotar con toda su pena, esquivando cientos de alcantarillas mojadas...

Y, navegando hacia un destino incierto en su marcha, atravesaba hojas caídas y trozos de hojalata, brillando con la luz que salía por las ventanas y de algunas farolas que relucían, mientras la lluvia salpicaba los paraguas, para llegar al final de su camino, saltando al río que delante de ella se le cruzaba, cual barquito de papel con sus velas desplegadas...

Esa lágrima viajera se deslizaba por cascadas de alturas elevadas, cayendo a pico sobre acantilados de turbios remolinos, mientras en su deambular errante, reflejaba en su cuerpo aquellas nubes blancas, que se abrazaban a las montañas, con árboles frondosos de copas como el cielo de altas, qué a sus orillas se acercaban...

Dejando caer sus ramas para beber el aire fresco de la corriente, a los mismísimos pies de la desbocada agua que las salpicaba, llegaba al fin la lágrima, a la inmensidad del mar con sus olas de espuma que la esperaban; en ese preciso momento, todo su dolor acumulado derramaba, como un relámpago que la tormenta atravesaba...

Dónde los recelos, desprecios y la dudas acumuladas, como un buque a la deriva en las profundidades marinas hundían todas sus desgracias al desterrarlas, mientras la dueña de aquella gota derramada, volvía a levantar la vista para secarse con la mano el resto de las lágrimas, que ahora, se habían convertido en luceros de hermosísima fragancia...



2 comentarios:

  1. José tus letras son una caricia para el alma.Gracias.

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  2. Muchísimas gracias Dorita... eso intento al escribir jejeje... besos y abrazos...

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