UNA LÁGRIMA
Con las manos en la cara, ocultando su
angustia y su tristeza amarga, una lágrima por la mejilla resbalaba, para caer
al suelo solitaria, como una frágil y etérea mariposa con alas; porqué, en su
caída libre, ese suelo llevaba agua por las aceras, como un pequeño riachuelo
que la hacía flotar con toda su pena, esquivando cientos de alcantarillas
mojadas...
Y, navegando hacia un destino incierto en su
marcha, atravesaba hojas caídas y trozos de hojalata, brillando con la luz que
salía por las ventanas y de algunas farolas que relucían, mientras la lluvia
salpicaba los paraguas, para llegar al final de su camino, saltando al río que
delante de ella se le cruzaba, cual barquito de papel con sus velas
desplegadas...
Esa lágrima viajera se deslizaba por cascadas
de alturas elevadas, cayendo a pico sobre acantilados de turbios remolinos,
mientras en su deambular errante, reflejaba en su cuerpo aquellas nubes
blancas, que se abrazaban a las montañas, con árboles frondosos de copas como
el cielo de altas, qué a sus orillas se acercaban...
Dejando caer sus ramas para beber el aire
fresco de la corriente, a los mismísimos pies de la desbocada agua que las
salpicaba, llegaba al fin la lágrima, a la inmensidad del mar con sus olas de
espuma que la esperaban; en ese preciso momento, todo su dolor acumulado
derramaba, como un relámpago que la tormenta atravesaba...
Dónde los recelos, desprecios y la dudas
acumuladas, como un buque a la deriva en las profundidades marinas hundían
todas sus desgracias al desterrarlas, mientras la dueña de aquella gota
derramada, volvía a levantar la vista para secarse con la mano el resto de las
lágrimas, que ahora, se habían convertido en luceros de hermosísima
fragancia...
José tus letras son una caricia para el alma.Gracias.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Dorita... eso intento al escribir jejeje... besos y abrazos...
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